Es muy importante desde edad temprana ofrecer a los niños alternativas de actividad motora, que les permita la oportunidad de activar las diferentes áreas del cuerpo.
Un estudio del Instituto neurológico de desarrollo pediátrico en USA afirma que un 79% de los niños con autismo tienen disfunciones motoras, las cuales pueden empeorar si tienen un ritmo de vida inactivo.
La actividad física disminuye no solo los comportamientos negativos sino también el estrés, el mal humor, los movimientos repetitivos y en general ayuda a mejorar la calidad de vida de los niños con autismo. El ejercicio los ayuda también en sus habilidades sociales .
Cuando recibímos el diagnóstico de mi hij, iniciamos inmediatamente la terapia ABA. Esto representaba estar muchas horas sentado aprendiendo esta terapia de conducta. Era muy poco el tiempo dedicado a la actividad física a través de un deporte. Sin embargo ahora el 70% de su tiempo mi hijo está en permanente movimiento y los resultados logrados han sido importantes en el transcurso de los años. Paul está más conectado con la familia y en el colegio, se interesa más en aprender y su lenguaje va mejorando cada vez más.
Por mi experiencia aconsejo mucho ofrecer a los niños la posibilidad de practicar diversos deportes, gimnasia y actividades al aire libre como andar en bicicleta, correr y estar en contacto permanente con la naturaleza. Todo ello ayuda a darles más confianza y autoestima, conciencia y sobre todo seguridad a su cuerpo.
La actividad física ayuda a activar la plasticidad cerebral, que es la capacidad que tiene el cerebro de cambiar y crear nuevas conexiones neuronales para recuperarse y reestructurarse, ante nuevos estímulos, lo cual es de gran importancia para mejorar el desempeño de sus funciones, y con ello la calidad de vida de nuestros niños.
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